También en la vida, el
llanto, la tristeza, la soledad y el agobio son estaciones para alcanzar la
meta del éxito, la prosperidad y felicidad. A lo largo de ese camino,
encontramos un sinfín de personas, familia, afectos y amigos a quienes
agradecer cada enseñanza que dejaron. No hay desilusión en dicho proceso; solo
un profundo aprendizaje. Un gran libro del que resaltamos hojas con una pequeña
muesca; esas a las que siempre retornamos para leer de nuevo, otras por su
parte van mutando en un sutil olvido. Y para el final de nuestra vida, entenderemos
que esas pocas líneas que destacamos, fueron la base de nuestra existencia. Padres,
hijos, familiares, amores, sueños y amigos, algunos palpables, otros difusos como
una fotografía vista a través del cristal de una botella. No obstante, lo
importante es recordar que, aun así, todos ellos son las líneas del libro que
escribimos y llamamos vida.
Gracias por las gracias
que deba dar, y si alguna vez di, espero no recibir agradecimiento. Jamás hice
para ser visto y cada paso que avance, lo hice en el convencimiento que así debía
hacerlo. Los errores y aciertos de mi vida son demasiado subjetivos, si la medida
es mi propio juicio.
Por otra parte debo
sentirme agradecido puesto que Dios jamás me cobró una cuenta; por el contrario,
me mostró cientos de puertas de las cuales en muchos casos fui esquivo. Hoy me
siento libre, sin llevar a cuestas ningún tipo de grilletes, hoy, tengo conmigo
más afectos de los que hubiera imaginado, más sueños y proyectos de los que
nunca tuve; más razones que nunca para seguir avante, más tiempo para reflexionar
y entender que no es el azar lo que impulsa mis pasos.
Hoy tengo una sonrisa
gratuita, un sol que me ilumina, y reproches esquivos que no me alcanzan; tengo
la soledad como amiga y la compañía como amante; al verbo como canción, y a
Dios como el mejor aliado. Recorro un mundo de rencores olvidados, de matices
multicolores, de derrotas evangelizadas en triunfos; de lágrimas atentas a
cualquier despiste que una carcajada libere. Soy hombre y ángel, en una
dualidad imperecedera, una voz que se escucha a si misma, un aprendizaje
continuo. Soy todo lo que he querido y seguiré siendo lo que el premio de la
libertad me ha provisto.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
Comentarios
Publicar un comentario