Somos
una generación afortunada, tan afortunada que nos avocamos con anuencia a la
queja. No hemos vivido la gran depresión económica, ni terribles guerras, ni
aterradores genocidios. No tuvimos que inventar nada, porque nacimos en un
mundo donde todo existe; donde la televisión nos hace anhelar lujos que
nuestros tediosos empleos no pueden costear. Entonces la vida se nos vuelva una
parodia, el remedo narcisista
de querer ser lo que son aquellos a quienes consideramos exitosos. Es así como
empezamos a odiar todo, a refugiarnos en el lamento; a lloriquear por el café
frío y amargo, o por el jean descolorido.
Seremos millonarios el día que saquemos todo eso de nuestro
sistema y comprendamos que solo será posible entender el mundo desde una mirada
positiva, valiente y decidida; una que nos permita movernos hacia nuestros
objetivos.
Tenemos un alma demasiado inestimable, como para seguir hundiéndola
en una letrina.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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