Nuestra existencia ha de definirse por la oportunidad de aprender, crecer y ser mejores cada día. Por aprovechar cada
instante que invita a sonreír, incluso, en el sinrazón que la sociedad erige. La
razón es la mayor ventaja adaptativa, pero también la premisa para adaptar el
mundo a nuestros propios paradigmas. Y la
felicidad en este mundo es tan solo una medida propia, es la vida misma, la razón
para instaurar una aventura nueva a cada instante. Para vibrar en la frecuencia
de un profundo amor que, ilumine nuestro camino y el de otros. Ha de ser
nuestra existencia un agradecer diario, atentos al descubrir del sol tras las
nubes y la luna danzando entre estrellas. El ocuparnos de envejecer,
sabiamente, para trascender a un nuevo plano, en plena conciencia de nuestro
paso por el mundo. Ser la voz de quienes nunca hablaron, la sonrisa de quien vivió
en el llanto, el rubor en las mejillas, la luz en la mirada; el futuro de
quienes se aferraron al pasado. Sin agobiarnos en la espera, de lo que tendrá
que ser cuando sea. Para sanar al mundo, para fortalecer al débil; para sentir
la locura, para teñir el negro de blanco, y el blanco de multicolores. Sin ir
tras la perfección que en la vanidad falsea, estando alegre de ser quien eres; en
la consigna de ser cada vez más fuerte, más firme, como una roca a la
intemperie. Sobrepasando la pleitesía de las formas sociales, sintiendo latir
con fuerza el corazón en el pecho, sabiendo que cuerpo y alma están juntos, edificando
una criatura de voluntad admirable. Y en las noches oscuras transitando en la
certeza de un mañana soleado, reconociendo siempre que, después del alba, una
nueva esperanza nos aguarda. Lo que digo es simple: hazlo hoy, hazlo bien. Aprende
a ser rico, no por el dinero, sino por el prodigio que te hace consciente,
capaz de instaurar el universo fantástico de tu imaginación. Aprende a ser el
alma que habita en ti, el soñador que inspira a otros con sus sueños; estando ahí
cada vez que alguien baje la mirada, entonces, sé quién llega para mejorar su
vida. Y crece a la par del mundo y de todos aquellos que te rodean. Sé el sol
que cobra coraje a mediodía, quien calienta e ilumina hasta el último aliento. Sabrás
así, que no se trata de lo que consigues, sino lo que haces con ello. De no ansiar
la riqueza del dinero, puesto que su valor tú no lo estableces, de modo que no
vayas tras el impulso de verte decepcionado. Que ese algo esquivo e
incomprensible no guie tus pasos, haciéndote vagar sin rumbo. Redimido de ello,
vislumbra un nuevo día libre de cargas, sintiendo tan solo la caricia del
viento. Y, mientras avanzas ríe, sé uno solo con el agua; con tus pensamientos
que fluyen libres por siempre. Liberado de elogios, de culpas, de fracasos. Aprendiendo
a volar como las aves, siendo al fin una persona diferente. Sabiendo que la
eternidad es un segundo, que cada vez que te levantas eres un ser nuevo y las
posibilidades de hacerlo todo, una vez más, son infinitas. Con todo por hacer
ve hacia adelante, alejándote cual velero en la distancia, hacia el lugar donde
todo es posible. Donde nada comienza ni termina, donde todo es eterno y efímero;
allí donde ningún muro te atrapa, donde la suerte, la política, la economía, la
religión no existen. El lugar que es tu mente, tan propio y exclusivo; donde has
hecho del espacio del hábito un nuevo y amplio sitio. Y con el bálsamo de tus propias decisiones, encuentra
el sentido a todo esto, por tanto, hazte por primera vez humano. Con la valentía
de entender que vibra en ti el poder del cambio, de encontrarte a ti mismo, a
tu propia realidad; del saber que los finales, simplemente, son inicios. Hasta lograr
que tu corazón te entienda, tu prójimo te ame, la felicidad te habite, y a menudo
descubras que, perdonar es más sencillo que estar equivocado. Con esa luz
encendida, piensa en otros, en su diferencia contigo que, los hace seres
simples, vulnerables. Déjales pasar a tu mundo, y, enséñales, en lugar de
apuntarles con el dedo. Recuerda que también ellos merecen la misma oportunidad
de conocimiento, la misma oportunidad de vida.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
Comentarios
Publicar un comentario