Maravillosa facultad es la libertad, la libre voluntad de ser, sin imposiciones de pensamiento. El arte del empirismo autónomo. La emancipación de la entelequia política, religiosa y económica. La libertad no puede ser un buque impreciso a la distancia, ni el disparate fantasioso que atribuye facultades extraordinarias a lo que adolece de ello. La libertad no es positiva o negativa, es total, no es una licencia de autoridades morales ficticias. Es la facultad psicosocial que surge en el interior de cada uno y se proyecta al entorno, sobre la premisa de la elección y la acción. La libertad es una responsabilidad propia, la conquista de sí mismo, la luz del pensamiento crítico y el raciocinio. Es la concepción del rebelde, el intelectual, el artista y el científico en el mejor sentido Kantiano. La libertad es un estado de salud plena, restaurador, autónomo. Claro, esos opresores allá afuera, considerarán tal cosa una monstruosa amenaza a su sistema de ideas. Racistas enmascarados y fanáticos de todo, quienes erigen su defectuosa sociedad como el gran logro humano. Carentes de empatía hacia cualquier forma de pensamiento libre, deshumanizados, se tornan en depredadores sectarios en cuyas filas aglutinan los adscritos a su causa, a sus dogmas enfermizos; como una confederación de alienados, de adictos. Pero, más allá, el horizonte muestra el camino a emprender, la órbita de la libertad que se extiende cual océano cuyas líneas se unen con el azul del cielo, como una idea imperecedera.
Germán Camacho López.
Germán Camacho López.
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