Sobre el poder de los medios
El poder mediático y financiero los convirtió en cajas de estante frente a
la televisión, la verdad cuesta mucho como para regalársela al pueblo, de tal
suerte que el estamento les convirtió en un subproducto de sus mentiras.
Dejaron de ser gentes, para convertirse en códigos de barras, artículos de
venta al anunciante. Los medios les domesticaron, apaciguados con su discurso,
simplificado su raciocinio. Un monocultivo de entidades frente a la caja que
era su Dios, su verdad, su alegría; su dolor, tranquilidad o angustia. Sentían
por ella, amaban y odiaban por ella, sin lucha ni descanso. Y aun así se
concebían libres, y al salir a la calle no comprendían que la gran caja de
mentiras se extendía más allá de la sala de su casa, que estaban atrapados
dentro de ella. Y cuando alguien
intentaba encender la luz para que mirasen la verdad, rehuían de aquel, se
burlaban e insultaban, porque todo en ellos era miedo. Era una gran teta de la
que manaba una hiel amarga que les reducía, y llamaban madre a esa cosa que les
alimentaba de angustia y repulsión a la verdad.
Sobre el estado
Si el estado ofrece la
explotación y alienación del pueblo,
obligado a vender su trabajo, y defender en forma vergonzante las
banderas de una burguesía a la que nunca tendrá acceso. Una que imponiendo su
dominio se ha forjado un carácter omnipotente y dominador. Convirtiendo al
ciudadano en un objeto inanimado puramente utilitario al servicio de su
ganancia e interés privado. Promotor de un crecimiento exponencial de la
violencia y manifestaciones de extremo individualismo, opresión, xenofobia,
machismo, racismo, sexismo, especismo. Nacionalismo, homofobia, fanatismo. Si
pertenecer a tal estado implica concebir la vida de forma lineal desprovista de
reflexión, autocritica, y pluralidad. En la cual, la burguesía dominante hace uso
de sus herramientas de neutralización de las diferencias, de la izquierda, el
progresismo y toda forma de pensamiento independiente. Si esa sociedad no se
sustenta sobre las virtudes humanas,
sino sobre al afecto excesivo a la propia persona, y al énfasis del lucro como
única dignidad. Puedo afirmar que no es un estado ni una sociedad que me
interesen. Pues mi propio precepto me coliga con una sociedad moderna,
naturalmente emancipada, librepensadora y autónoma, cierta en sus capacidades,
resurgida en las ideas.
Sobre
la democracia
La democracia es un
frente amplio, incluyente, con voluntad ciudadana de participación. En esta
construcción política y social es esencial la izquierda, quien debe jugar un
papel preponderante en la construcción de dicha convergencia, fortaleciendo su
papel natural de generar pluralidad e inclusión. La extrema derecha ha venido
conduciéndose como un tapón que impide que tales caudales abarquen la realidad
ciudadana, blandiendo estrategias que
trasgreden las conquistas cívicas y sociales de la democracia. Amordazando la
libertad a fuerza de decretos, normas, persecución, amedrentamiento,
privatizaciones, tendientes a asegurar el poderío de la clase privilegiada.
Pero la izquierda como un factor de derecho ciudadano debe mantener, hoy, más
que nunca su firmeza y vocación social. Privilegiando el equilibrio del poder,
limitando la coalición de la derecha que busca limitar su representatividad
democrática y más allá del populismo movilizar a la clase media y obrera en
defensa de esa democracia; la reconstrucción de la dignidad social, y la recuperación de su valía como sistema
político.
Ninguna democracia
puede serlo sin la participación activa de la izquierda.
Germán Camacho López
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