Así nos enseñaron, a vivir creyendo en dioses de papel; en fabulas
infantiles. A vivir en el conformismo, en la ausencia de pensamiento crítico;
en el desdén a tomar una postura. Nos habituaron a paradigmas absurdos, a no
cambiarlos nunca; a diferencias sociales, a la opresión del estado, a la rabia
hacia el prójimo.
Mira a tu alrededor: si no ves las cadenas, muros y alambres de
púas guindados a tu alrededor es simplemente porque eres un esclavo conforme;
aferrado a las migajas que manipulan tu mente. El
mundo humano es una construcción enfermiza. Si no hubiese un alma eterna, esta
bazofia social que erigimos seria el mayor sinsentido de vida. Vergüenza
debería generar dividirnos en clases sociales, pretender que el trabajo de unos
es más valioso que otros; que la felicidad se alcanza frente a una pantalla y
el amor se consuela con dólares. Vergüenza tendríamos que sentir por un sistema
educativo que forma lacayos, y por creer que la religión, el gobierno y la
economía es el único mundo que tendremos. ¡Libérate! Deja de ser un esclavo
aferrado a una llama extinta, enciéndela de nuevo y vive tan libre como es tu
derecho.
No me allego en dogmas obsoletos y confusos, mi creencia y hogar
universal los percibo desde mi propia mente. En las religiones, la política y
la economía observo una invención humana creada para someter y manipular; para
acrecentar el poder y el lucro de los poderosos. Seguramente, honrar al sol, al
árbol y al viento sean mecanismos tan efectivos y valederos para el espíritu
como cualquier otro. Mi Dios, si quiere llamársele de alguna manera es el
poder, la sabiduría y la bondad del cosmos que
contiene la vida. Y es tal naturaleza la que busco representar desde el respeto
a todas las especies vivas y el disfrute pleno de la libertad. Tengo la esencia
de la felicidad que me ha sido obsequiada y la certeza de un ser espiritual que
trasciende a otros planos, formas y tiempos del reino universal. Creo en la
igualdad, la compasión y la necesidad de amar al prójimo. Poco o nada de eso lo
puede ofrecer un dogma ideado por el hombre.Germán Camacho López
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