Algunos
por vínculos familiares, afectivos; por afinidad literaria, filosófica, o de
vida. Con algunos he compartido años de infancia, adolescencia, épocas
laborales y ha perdurado el aprecio a lo largo de los años. A otros apenas si
los conozco en persona, o literalmente no les conozco en forma directa. Sin
embargo, basta leer sus conceptos y opiniones para entender lo cercanos que
somos. Y es que en el mundo, todos somos hermanos, nuestro origen es el mismo:
el de un planeta, una estrella, una montaña, un río, un ave, una liebre, un
árbol y el susurro del viento. En mi propio proceso he comprendido cuan
valiosos son todos aquellos de mi entorno, y la profunda analogía que nos
congrega. Hace un tiempo sentía que solo mis razones eran válidas en un mundo confuso
de conceptos errados; pero hoy empiezo a sentir distinto. Hoy puedo decir casi
con certeza que tú tienes la razón, como la tiene también él, ella, y todos
cuantos te rodean. Que cada cosa que tú y yo pensamos, sentimos y creemos es
cierta, incluso, en la divergencia de opiniones que tengamos. Hoy entiendo que
no existen verdades absolutas, tampoco blanco ni negro, bueno o malo, limpio o
sucio, y que la realidad física que percibimos es solo la interpretación que
cada uno hace de sus vivencias. Estoy convencido que fui creado desde tiempos
inmemoriales por un creador que me hizo a su imagen y semejanza, para dotarme
de la capacidad de crear el mundo que se me antoje. Y es mi decisión estar
cerca de ustedes, como es la suya leerme o tenerme a su lado. Gracias a quienes me acompañan en esta o, me han acompañado en otras vidas de nuestra realidad infinita.
Germán Camacho López
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