¿Eres consciente de tu pensamiento? ¿Son propios las ideas, planteamientos y decisiones que tomas? O ¿alguien los depositó ahí?
Debemos sopesar la información sin dejarnos guiar por creencias o prejuicios, sin evidencia de los hechos; reflexionando todas las opciones posibles y valorando nuestro propio concepto subjetivo. No debemos simplemente aceptar un estado de opinión, de decisiones públicas, de asociación colectiva per se. Solo por hábito repetitivo. La sociedad actualesta desinformada, manipulada, es irreflexiva y deja que otros determinen su desarrollo. Es necesario cuestionar quiénes definen la información que recibe el ciudadano común y que interés particular hay en ello. Urge un pensamiento crítico en todas las esferas sociales. Una interpretación e inferencia propias, la autorregulación del pensamiento. El individuo debe basarse en la confianza de su razón y su integridad intelectual. Teniendo una mente abierta, siendo inquisitivo y, a la vez, empático. Se hace indispensable una ideología emancipatoria, el descentramiento de las ideas para alcanzar el pensamiento propio. No debemos conceder tal poder a otros para ser sometidos y subalternizados por los poderes dominantes. El pensamiento no es un ejercicio de coerción o sometimiento, somos libres de pensar y concertar lo que para cada quien es válido. El pensamiento propio no es el tributo a una creencia popular. Es esencial distanciarnos de corrientes dogmáticas, folclóricas, normativas que se adjudican la puridad del conocimiento. Vaciar el recipiente y llenarlo de nuevo con conceptos propios, fundamentando una plataforma donde múltiples conocimientos convergen. En aras de una transformación social humana, política, religiosa, cultural y económica radical. Es momento de dejar de consumir ideologías, para alcanzar la libertad, igualdad, libre iniciativa, y autogestión. Lograr un pensamiento libertario, rechazando el poder abusivo que desde la familia hasta el estado se traduce en la explotación y el sometimiento del hombre por el hombre. Retornando así a la plena autonomía material, espiritual, moral, y física como derecho natural e inexpugnable.
Germán Camacho López
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